jueves, 8 de noviembre de 2012





Me había atrapado a mi misma en su rompecabezas, cuando bien conocía el camino de ida y regreso, o al menos así creí hacerlo,  era obvio lo poco posible que resultaba resolverlo con los ojos vendados y todo estallaba, todo pasaba tan rápido: su boca, sus ojos y sus manos desesperado acariciando mi espalda, y algo en mí despertando.

Yo no era más que una muñeca fascinada.
Una muñeca con una adicción sexual, desdichada, nadie le dijo que esa pequeña fascinación estaba mal.

Nadie me dijo que esa pequeña muerte que eran sus labios me marcarían para siempre. Todo estaba ardiendo en llamas, la perfección anudada entre esas sabanas, de pronto oía todo entrecortado y ya estábamos mordiéndonos el alma, quisiera decir que no fue para siempre, porque a pesar del dolor también fui intensamente feliz, por un momento: Esa sensación que baja por tu cuerpo disfrazada de felicidad, por primera vez…

Y esclavizandote para siempre.

Aunque al abrir los ojos todo me pareció diferente, poco a poco llego el miedo, ni mil mentiras o el placer de aquel deseo carnal basto para ocultar la realidad de lo que realmente había acontecido. Fue mucho después cuando comprendí. Pero todo el daño que me había hecho descubrir aquel sabor tan temprano ya era irremediable.

Y como sucede a menudo en esta vida,
vamos sobreviviendo con recuerdos que no quisiéramos tener.





26 de noviembre







Me has roto
de todas las maneras posibles. 
Yo he tenido la culpa, 
absolutamente.

Aunque,
Sí no eras tú, 
alguien más tendría que haberme jodido


Pero felicidades: 
me has quebrado,
de más maneras de las que creí posibles
...